Cuánto entusiasmo alberga un proyecto nuevo en el que se sueña, en donde hay un crecimiento personal, se desarrolla, se disfruta y se comparte tanto de uno mismo, que se termina por dejar de ser quien se es para siempre y nos volvemos parte de un todo. Unidos y entretejidos en una misma madeja. Esa es la parte más bonita de la madurez de una persona. Esta noche no he podido dormir pensando detenidamente en las palabras con las que quiero inaugurar este espacio: Frasco de Vainilla.
Quizás deba empezar por presentarme como ya es costumbre. Me llamo Andrea. Nací y crecí en la Latinoamérica del siglo pasado. Soy migrante peruana-croata y vivo en Portugal. Siempre supe qué quería hacer con mi vida desde que aprendí a escribir y la vida supo ponerme siempre en el momento correcto para ello.
También sabía que la vida no era fácil. Lo vi con tanta claridad desde el jardín de niños y lo arrastré en mis pensamientos todo el tiempo. Sin embargo, fue justamente la escritura la que me ayudó a sobrellevar los momentos más complicados.
Creé e intenté muchos espacios a lo largo de los años. Desde blogs donde guardaba el anonimato, hasta otros intentos que no resultaron. No fue sino hasta 2012, cuando viajé a Santiago de Chile que surgió Azul en el Olimpo. Quería hablar de la simple y mundana experiencia de viajar, de mi vida como adolescente, como universitaria, y los mil embrollos en los que a esa edad se atraviesan. Luego, cambió. Se convirtió en un blog de viajes y literatura, ya había dejado de ser algo personal y fue un magazine. Tras 12 años de luchar por este espacio, lo perdí todo.
Es con esa experiencia que nace Frasco de Vainilla. Pero seguro te preguntarás porque se llama así. ¿Has visto los frascos pequeñitos de vainilla que se venden en los supermercados? Eso es, tiene una historia detrás.
En 2024, fui al médico para algunos exámenes. Después de esa visita me negaron comer azúcares. Es así como se me ocurrió “endulzar” mis batidos de proteína con vainilla. Y fue así como resucité recuerdos que creí perdidos.
Recordé asombrosos momentos junto a mi madre haciendo postres, o tan solo viendo como ella los hacía con dedicación, paciencia y mucho amor. Recordé tardes de juegos con los hijos de los vecinos que tenían mi edad, mis carreras de bicicleta, las clases de verano y cuantos recuerdos llenos de sol y calidez humana.

“Vamos a echarle un chorrito de vainilla, para darle aroma”, decía mi mamá. Un poquitín del toque de gracia para un postre como para la vida.
Después de 12 años en un modo de supervivencia, la vida se encargó de cerrar un ciclo, aunque probablemente no de la manera en la que me hubiese gustado. Sin embargo, Frasco de Vainilla es y será una versión mejorada de aquello que nunca se pudo definir con Azul en el Olimpo.
Por eso, quiero que seas bienvenida a esta nueva etapa de mi vida, a este nuevo capítulo en donde quiero enseñarte a prepararte para la tuya, a disfrutar del camino y de darte la oportunidad de aprender de ti misma. Así como yo lo hice y continuó haciendo.
Bienvenida a este Frasco de Vainilla, un blog personal escrito por una mujer para otra. Te quiero compartir mis mejores experiencias de vida, mis anécdotas y recomendaciones de viajes, mis libros favoritos, mientras exploramos juntas como puedo ayudarte a crear un proyecto de vida saludable, y que puedas disfrutar poniéndolo en práctica. Recuerda siempre que hay que ponerle “un chorrito” de vainilla a nuestra vida.
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